Es un hecho que el devenir de las naciones no está exento de dificultades de diverso orden que, en casos extremos, ponen en jaque su futuro y los progresos en el bienestar de su población. Con todo, uno de los obstáculos más difíciles de superar para que un país avance es la desconfianza.
En Colombia, sin duda, este es uno de los principales problemas que como colectivo debemos abordar para poder avanzar en acuerdos mínimos, que permitan superar barreras en nuestro desarrollo. Cifras de la consultora Ipsos conocidas a finales del 2021, señalan que la nuestra es la nación más desconfiada del mundo, con un puntaje de -283. En el listado le siguieron Chile, con -220; Perú y Argentina, con -206; y Corea del Sur, con -153.
¿Qué ha pasado para que hoy sea tan alta la desconfianza? Múltiples circunstancias que son un freno para la confianza colectiva, entre ellas, la corrupción, las persistentes brechas en eficiencia institucional para resolver los problemas de la ciudadanía y la crisis social generada por la pandemia que ha llevado a un aumento en la pobreza, el desempleo y las brechas de género.
Influye que sigamos sin resolver los problemas de violencia y terrorismo en varias zonas del país, por cuenta de grupos delincuenciales motivados más por razones económicas que ideológicas, así como la inseguridad cotidiana que parece acorralar a la gente en las ciudades, sin una respuesta efectiva de la autoridad, aumentando la confusión y el miedo.
Asimismo, algunas soberbias en las formas de los liderazgos, que saturan a la opinión pública. Sin perjuicio de que no es un fenómeno exclusivo de Colombia, sería deseable mayor conciencia, generosidad y sentido de ubicación dada la coyuntura actual.
La utilización negativa de las redes sociales, con empresas dedicadas a través de inversiones millonarias a generar mensajes nocivos y fake news es otro de los fenómenos que aportan de manera significativa al ‘desánimo’ ciudadano. Son muchas las circunstancias que provocan que la ciudadanía no perciba o valore que la solidez de la institucionalidad pública y privada colombiana es lo que ha permitido a nuestra democracia continuar adelante, sin caer en autoritarismos o crisis severas como ha ocurrido en naciones vecinas.
¿Cuál es el camino para revertir esta situación? En el corto plazo, profundizar en una agenda de país, que se concrete en el próximo Plan Nacional de Desarrollo, la cual responda a las necesidades de toda la población, del desarrollo productivo de las regiones, la generación de empleo, el bienestar social y la protección del medio ambiente, entre otros aspectos urgentes, lo que demanda mayor nivel en las propuestas y las ideas de quienes están en la contienda presidencial.
En el largo plazo, revertir la cultura de la desconfianza demanda que desde la familia, colegios y sociedad se premie en niños y jóvenes valores como la verdad, la buena fe, el trabajo en equipo, el disenso y la no estigmatización del contrario, para que las nuevas generaciones sean palanca hacia una mayor cohesión como nación, que nos permita impulsar nuestro progreso y el entendimiento como colombianos.
JULIÁN DOMÍNGUEZ RIVERA
Presidente de Confecámaras
*Tomado del diario Portafolio